Episodio 14: Ver con el corazón — La historia de Isa y Luca
- 8 may
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Actualizado: 2 jun
En este episodio cargado de emociones de Se Vale Llorar, conocimos a Isa Molina, una madre que ha recorrido un camino lleno de retos junto a su hijo Luca. Él fue diagnosticado con cataratas congénitas y glaucoma infantil, dos condiciones poco comunes que han marcado su vida desde muy pequeño.
Isa inició su carrera como arquitecta y más tarde se dedicó a la repostería. Sin embargo, su verdadera misión comenzó cuando llegó Luca. El diagnóstico fue un golpe difícil de procesar. Al nacer, todo parecía estar bien, pero a los 40 días su esposo notó unos puntos blancos en los ojos del bebé. Lo que comenzó como una simple duda se transformó en un camino complejo de visitas a especialistas, cirugías y muchas decisiones importantes.
Después de varias consultas, supieron que Luca tenía cataratas congénitas. Pronto surgieron más complicaciones. Además de necesitar múltiples cirugías para remover las cataratas y colocar lentes artificiales, apareció el glaucoma infantil, una condición que genera presión intraocular elevada y puede afectar gravemente la vista.
La familia viajó a Miami para las primeras intervenciones, pero por razones económicas y logísticas, más tarde se trasladaron a México. Allí les tocó enfrentar otro desafío: la pandemia. Aunque originalmente iban por un chequeo corto, la situación global los obligó a quedarse seis meses en un nuevo país. A pesar de las circunstancias, aprovecharon ese tiempo para darle continuidad al tratamiento de Luca.
El proceso incluyó ocho cirugías en total. Isa describió cómo algunas fueron necesarias para limpiar el interior del ojo debido a una inflamación llamada uveítis, mientras que otras se enfocaron en tratar el glaucoma mediante procedimientos que permitieran drenar el líquido ocular y reducir la presión.
Durante todo este tiempo, Isa no solo debió aprender términos médicos y convertirse en la mayor defensora de su hijo, sino que también buscó maneras de estimular a Luca en su desarrollo. Introdujo juguetes con colores brillantes, luces intermitentes y herramientas como lupas especiales para ayudarle a explorar el mundo que lo rodea. Aunque Luca no distingue los rostros o detalles finos, sí percibe colores, luces y figuras grandes.
El desafío se extendió a la educación. Buscar un colegio para Luca no fue sencillo. Algunas instituciones cerraron sus puertas por desconocimiento o miedo a lo desconocido. Finalmente, encontraron un colegio que aceptó el reto de incluirlo. Gracias a una maestra sombra que lo acompaña en su día a día, Luca ha podido adaptarse al entorno escolar, aprender a leer con adecuaciones y disfrutar de la compañía de sus compañeros.
Isa relató cómo los niños han demostrado una empatía natural. Muchos lo apoyan llevándole objetos o guiándolo, aunque esto a veces genera frustración en Luca, quien también desea hacer las cosas por sí mismo. Su madre ha trabajado en enseñarle a equilibrar su independencia con el agradecimiento hacia la ayuda que recibe.
En medio de todo, los sentidos de Luca se han afinado notablemente. Su oído es sorprendente, capaz de detectar canciones y sonidos con gran precisión. El tacto también es esencial en su vida: puede reconocer a Isa simplemente tocando su mano. Estas habilidades le han dado confianza para enfrentarse a situaciones cotidianas con determinación.
A pesar de su fortaleza, Isa reconoció que el proceso no ha estado exento de lágrimas. Admitió que hay días en los que el cansancio la supera, pero siempre encuentra la manera de salir adelante. La búsqueda de apoyo psicológico fue un paso importante para cuidar también de sí misma.
Lejos de guardarse su historia, Isa decidió abrir un canal en TikTok para compartir sus experiencias, apoyar a otras familias y crear conciencia sobre la baja visión y la inclusión. Sus publicaciones han tocado corazones en toda Latinoamérica y España. Incluso, la historia de Luca se transformó en un cuento infantil que ha sido presentado en diversas ciudades, incluyendo Ciudad de México, Cancún y Guatemala.
La historia de Isa y Luca es un poderoso recordatorio de que vivir no es solo ver. Es escuchar, sentir, saborear y amar. Isa ha aprendido que cada día es una oportunidad para enseñar, aprender y celebrar los pequeños logros. Aunque el camino ha sido difícil, sus palabras resuenan con esperanza: uno puede preocuparse, pero también debe ocuparse.
Luca, con su energía, carisma y ganas de vivir, es un testimonio viviente de que ninguna condición limita el amor ni la posibilidad de brillar. Su madre, con su ejemplo, nos enseña que se vale llorar, pero también se vale seguir soñando, luchando y creyendo.
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